Paymogo está cuajado de pequeñas y grandes historias solapadas en sus construcciones, a veces sencillas, otras más sofisticadas, pero siempre con el encanto austero y llano de un pueblo agroganadero.
Bajo el faro de la iglesia-castillo, se ha erigido una arquitectura eminentemente civil, de grandes y menos grandes casas, muchas con sencillas fachadas porticadas que se abren hacia atrás en amplios patios donde se ha cobijado durante siglos a los animales de trabajo.
Entre estos edificios civiles, destaca el Pósito, ahora reconvertido en Biblioteca Pública Municipal, con su amplia fachada y sus grandes arcos interiores. Otra muestra singular de construcciones civiles son los pozos, que se abren casi en cada rincón del pueblo.
Asimismo, el lavadero público, felizmente restaurado, situado junto al antiguo matadero municipal, otra pieza ahora utilizada como cuadras de la pista hípica.
Especial mención merece el barrio de las Chozas, a la entrada de la población desde Puebla de Guzmán. De líneas limpias y rectangulares, acoge casas de idéntico perfil y estructura, levantadas por los más desfavorecidos durante el período esperanzador de la II República gracias a la donación de suelo y cimientos realizada por la primera Corporación municipal republicana de Paymogo.
Y, por su entrañable y serena belleza, el cementerio ocupa un lugar de interés entre los espacios públicos de la localidad.
También, en las afueras de la población, junto a la rivera del Chanza, se encuentran tres molinos de agua (de la Laguna, de Pablo y La Cirujana), construcciones con interesantes soluciones técnicas para el roturado del cereal y testimonio de una época de autosuficiencia agrícola.